13. "Ronda de amigas".
Te despertaste muy temprano al día siguiente, aunque despertar era una forma de decir porque prácticamente no habías dormido. Así que corrijo, te levantaste de la cama con la sensación de haber tenido un lindo sueño, pero sueño al fin. Ahora llegaría el mensaje de Candela diciendo que tenía que hacer cosas {cosas que no incluían ninguna sorpresa inesperada}, después irías a lo de Nico y lo ayudarías con las cosas de su fiesta en la que nada fuera de lugar ocurriría. No había sorpresa alguna ni canciones ni abrazos eternos. Fin de la etapa 'negación', y volvemos de vuelta a la realidad. ¿Por qué ahora? ¿Para qué? ¿Con qué necesidad aparecerse así después de tres años? Ahora sí, gritá fuerte, enojate. Habías manejado las cosas lo mejor posible y no te arrepentías de nada. Si te habrás preguntado qué hubieras hecho de estar en la misma situación otra vez. ¿Hubieras peleado por él? No, pero si no había nada por qué pelear, si nadie te lo estaba sacando, era SU decisión. Hubieras hecho lo mismo. Porque era ÉL el que se tenía que dar cuenta qué es lo que quería de su vida; ÉL tendría que haberla mirado detenidamente unos segundos más para darse cuenta que ella se moría si se iba. Mientras tu boca pronunciaba un "cumplí tu sueño", tu mirada suplicaba por un "quedate conmigo". Él no te interpretó. Pero no lo juzgabas, tampoco era fácil estar en su lugar, claro que no. Toda esta ensalada de sentimientos te estaba agobiando. Era una impotencia mezclada con una felicidad contenida, que aún no dejabas que estallara. ¿Qué esperaba? ¿Que ella dejara todo y volvieran como antes, borrón y cuenta nueva y aquí no ha pasado nada? No.
Y en esos años, habías aprendido a desarrollar la gran capacidad de la resilencia. La resilencia no implica ser intolerable a los vaivenes del destino, no implica no llorar, no implica no sufrir. Ni siquiera implica tener una resistencia absoluta a todo lo que nos hace daño. Es simplemente la capacidad de recuperarse y sobreponerse a la adversidad. Es secar las lágrimas, levantar la cabeza y sonreír.... aunque por dentro estés muriendo.
Y con esta ensalada en la cabeza, {¿se entiende el sentido metafórico, no?}, te fuiste a lo de María, lugar donde estaba asignada la ronda de amigas de turno. La ronda de amigas... una de las tantas cosas que había quedado de Casi ángeles, algo que de ser chiste pasó a ser hábito. Porque era eso, se habían acostumbrado a acostarse en el piso formando un círculo y hablar, y descargar, y gritar de ser necesario. Y resultó, porque todas lo tomaban muy enserio y trataban de ser lo más sinceras posible en una ronda de amigas.
Justamente por esto es que no tenías ganas de ir. Sabías que eras el motivo principal por el que se reunían, que todas las 'balas' apuntarían hacia vos, hacia cómo te sentías con esto, hacia qué ibas a hacer, hacia cómo te habías sentido cuando lo viste. Y ni siquiera te habías contestado estas preguntas a vos misma. Lo único que tenías para exponer era esa ensalada de sentimientos para nada claros. Pero para tu suerte, cuando todo estaba preparado, cada una en su posición, mate listo, medialunas compradas, televisión apagada, las balas apuntaron para otro lado.... para empezar.
María {acomodándose en el espacio libre}: Bueno, estamos ¿quién empieza?
Candela: Rochi - Tiró la flaquita, dándote un changüi -.
Rocío: ¿Yo? Pero si no tengo nada para contar...
Lali: ¿Cómo nada? ¿Y todas las miraditas, sonrisitas y todo lo que pasó con Gastón?
Rocío: Ay no fue nada, somos amigos.
Candela: Sí, igual que Lali y Peter ¿no?
Lali: Ey, ¿qué me metes? Estamos hablando de Ro.
Rocío: Sí, pero ya terminamos. Lo mío no es nada, saben cómo somos los dos, va a tardar en avanzar esto.
Lali: Sí, la verdad. Si compiten en una carrera contra una tortuga, no dudaría en apostar todo al animalito.
María: Sin duda, tendría todas las chances.
Rocío: Ay claro, ríanse eh... preferible avanzar lento que no avanzar nunca. Pero no nos desviemos, que el motivo real de esta RDA es Lali, así que largá amiga.
Lali: No creo que haya nada de que hablar.
María: ¿Nada? Sé que debe ser difícil ami, pero capaz te hace bien hablar de cómo te sentís, no sé....
Lali: No es que no quiera contar, es que ni yo sé cómo me siento. Me shockeó, fue.... inesperado. Y eso me recuerda que estoy enojada con vos Candela, ¿cómo no me vas a decir nada?
Candela: ¡Al revés! ¿Cómo iba a decirte algo y cagar la sorpresa?
Lali: ¡Era una cuestión de salud! ¿Mira si yo me moría ahí de un paro cardíaco, eh? Igual bueno, ya está. ¿Por cuánto se queda?
Candela: Depende de vos.
Lali: ¿Cómo depende de mí? ¿Todavía le tengo que ir a comprar los pasajes?
Candela: No, boba. Él.... bueno tenés que hablar con él. Pero digamos, que depende de cómo le salgan ciertas cosas acá, puede que se vaya mañana, en un mes o nunca.
Lali: ¿Qué es lo que querés decir con nunca?
María: Para para, ¿y sus cosas allá? ¿Renunció a todo momentáneamente?
Lali: Ay no, obvio que no..... ¿no?
Candela: Sí. Pero igual ya te dije, es él con el que tenés que hablar y aclarar las cosas.
Lali: Yo no tengo nada que aclarar.
Candela: Bueno, pero escuchalo... eso quise decir.
Rocío: Más allá de todo esto, si se queda o se va, si hablan o no.... vos. ¿Vos qué sentiste?
Lali: Muchas cosas. Primero no paraba de pensar si era un sueño o no, si estaba pasando o sólo lo imaginaba. Después dejé de ver, de pensar, se esfumó todo alrededor.... y tenía ganas de abrazarlo y decirle que no me vuelva a dejar, y también de golpearlo y decirle que ya era tarde, que se vaya. Y de preguntarle muchas cosas y también de no hacer preguntas, solamente mirarlo y hablar así, como siempre supimos hacer. Y de todo esto no sé qué haría, me supera.
María: Yo creo que tendrías que hablar con él. No vas a tener las cosas claras, ni en la cabeza ni en el corazón, hasta que no sepas lo que a él le pasa, qué es lo que lo llevó a volver, acá y ahora.
Rocío: Sí, Mery tiene razón. Una vez que hables con él, se te va a aclarar todo y vas a saber lo que tenés que hacer.
Hablar, acomodar las ideas y accionar. Sonaba hasta fácil.... y ojalá así fuera.